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Sufrir, llorar, ganar: Laia Sanz conquista sus propios límites

¿Cómo aprenden a lidiar con el dolor los pilotos del Dakar? Una guía para integrar el dolor y reducir el sufrimiento.

No quedó la primera, pero ganó. Porque ganar, más allá de la victoria, no depende del resultado, sino de los objetivos que un deportista se marca. La piloto de GasGas volvió a superarse y demostrar que, de momento, no hay duna, desierto o enfermedad que sea capaz de detenerla. No fue fácil, sin embargo. La prueba más dura en su año más duro le exigió reajustar sus siempre ambiciosos objetivos, actuar con cabeza y librar una batalla añadida: la del dolor causado por no encontrarse en su mejor momento físico tras superar la enfermedad de Lyme.

La piloto iniciaba su undécimo Dakar y no lo hacía sola. A sus espaldas, portaba su año más complicado tras un 2020 ya de por sí anómalo, marcado por la picadura de una garrapata que la dejó sin su principal combustible: fuerzas, energía y estado físico, mucho físico. Sanz logró superar la enfermedad de Lyme y clasificarse para su 11º Dakar al que llegó, eso sí, en las peores condiciones de su exitosa carrera, sin apenas tiempo para prepararse para la competición más dura del mundo.

Una mochila muy pesada en una competición que exige el máximo y que lleva al límite a sus pilotos, física y mentalmente. No hay tregua, ni respiro ni confort. Correr en el Dakar es algo más que una competición deportiva. Es vivir una experiencia en la que la línea que separa la aventura del peligro es muy delgada y en la que el dolor se convierte en un compañero inseparable al que uno debe saber poner en su lugar para llegar a buen puerto porque, ciertamente, no se despegará de él. Laia no fue una excepción.

Por eso, además de una condición física excelente -y aptitudes técnicas y tácticas a la altura de las circunstancias-, se necesita una mente capaz de lidiar con todo tipo de miedos, límites y fantasmas. Una mente capaz de resistir, gestionar el ‘no puedo’, decidir. Resistir, especialmente cuando el cuerpo deja de hacerlo. Porque el Dakar va de límites y para cruzarlos, mente y cuerpo deben trabajar en equipo.

Laia Sanz llegó a la meta y consiguió lo que quería, terminar. Antes, eso sí, fue capaz de reajustar sus objetivos. Corrió, por encima de las posibilidades que Lyme le había otorgado, sí, por debajo del potencial con el que había corrido otros años, también. Lidió con el dolor, con el miedo y con los peligros de un Dakar atípicamente arriesgado en el que, ante la disyuntiva, escogió siempre ‘cabeza’. Se cayó, se levantó. Sufrió cómo no lo había hecho antes, también al saber que su pareja competía por primera vez en una prueba que ella ya conoce. Sufrió. Y sufrió porque, además, veía que no podía.

 

En esos momentos, un deportista puede hacer dos cosas: rendirse o reajustar sus objetivos para conseguirlos. Porque uno siempre puede ganar, aunque no sea la victoria. “Si modificas los objetivos sobre la marcha puedes mantener la motivación”, explicaba la piloto en una entrevista, y eso hizo. Llegó, y lo hizo entre los 20 primeros, coronándose como la reina del desierto que ya era. Llegar, habiendo salido en su ‘peor momento’ físico, la convierte en una auténtica ganadora. Laia lo sabe, y sus lágrimas lo confirman. “Ha sido un Dakar muy duro. El resultado no es el que querría normalmente, pero estoy más contenta que otros años”, explicaba la piloto catalana. Su 17ª posición sabe a victoria y nos hace reflexionar sobre los límites del dolor en el deporte.

¿Es posible competir con dolor? ¿Puede un deportista superar su umbral de resistencia y aumentar su rendimiento en pruebas tan exigentes y duras como el Dakar? Sí, siempre que, evidentemente, no se comprometa una lesión o enfermedad. Es un desafío para el que se necesita la colaboración sine qua non de la mente y la ayuda de algunas técnicas que, como las que hoy quiero compartir contigo, pueden ayudar al deportista a mitigar el dolor físico. ¿Quieres saber cómo?

1.- Pon tu atención en lo que te hace sentir bien mientras compites. Sonreír, por ejemplo (sin necesidad de llegar a una mueca forzada ni mucho menos) puede ayudarnos a liberar tensión y a sentirnos más positivo frente al reto deportivo.

2.- Cambia los pensamientos negativos por positivos, sustituyendo el pensamiento de ‘esto duele’ o ‘no puedo más’ por ‘mantente fuerte’, ‘tú puedes’, ‘relájate y sigue, ligero y rápido’.

3.- Acepta la incomodidad. Por definición, trabajar duro y superar tus límites en competición no es un camino de rosas. Acepta el desafío. Entender que el dolor te acompañará es clave para no darle un papel protagonista en tu mente. Disfruta la lucha.

4.- Utiliza la visualización para minimizar la sensación de dolor: por ejemplo, un nadador puede imaginar como el dolor se diluye con el agua, o un corredor de rallye puede imaginar que el dolor se escurre por las dunas.

5.- Enfoca toda tu energía y atención en la tarea que estás realizando y el avance y no en el dolor.

Durante mi trayectoria como coach de deportistas profesionales te puedo asegurar que aprender a lidiar (no borrar) con el dolor, es uno de los entrenamientos más recurrentes. Para ello, cada deportista consigue definir el suyo, adaptando las técnicas y los recursos a su contexto y con la certeza de que quien dirige todo el cotarro es, nuevamente, su mente.

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